Ampliando la campaña del Día Mundial de la Salud Mental, desde la Fundación, su directora, la Dra. Nieves Martínez-Hidalgo, vuelve a defender como una de las estrategias de prevención del suicidio, la inclusión dentro del plan educativo la Educación Emocional o Educación para la Salud Mental como asignatura obligatoria desde Infantil hasta Bachillerato y Ciclos Formativos, y al mismo nivel que las Matemáticas o la Educación Física, impartidos por psicólogos especialistas en psicología comunitaria.
No tiene sentido formar intelectual o físicamente a los alumnos si no se les dota también de formación en habilidades sociales, comunicación asertiva, gestión de las emociones, recursos para promover su salud mental, el autoconocimiento, el autocuidado y el cuidado de los demás. De qué nos sirve tener en la familia y/o en la sociedad a un cirujano o una ingeniera de minas si luego tienen que coger la baja laboral por depresión o ansiedad, o desarrolla un trastorno de alimentación, un trastorno obsesivo compulsivo o un brote psicótico.
Si educamos para la salud mental, estaremos interviniendo tanto para la prevención de los problemas de salud mental como para la prevención del bullying y del suicidio.
Desde octubre de 2015, la Fundación ha implementado el Programa Soycomotu® de Educación para la Salud Mental en más de 64 centros educativos de la Región de Murcia y a más de 15.500 alumnos y alumnas de 7 a 18 años de edad. El estudio realizado par la Dra.Martínez-Hidalgo en 2017-2018 con una muestra de más de 1000 alumnos de !º a 4º de Educación Secundaria que habían participado en las 6 sesiones de 55 minutos que dura este programa educativo, dio como resultado que chicos y chicas de 12 a 16 años mejoraban sus conocimientos sobre salud mental (aprendizaje de técnicas de comunicación asertiva, de autoconocimiento, de detección de señales de alerta sobre la necesidad de apoyo psicológico en uno mismo y en los compañeros, gestión de emociones, entre otros) y aumentaban su sensibilidad hacia los compañeros con diversidad en salud mental, reduciendo prejuicios y actitudes de rechazo y discriminación. Los profesores y tutores que participaron en este estudio afirmaron que el programa funciona y que para ellos es de gran utilidad ya que les permite conocer de una forma más personal a sus alumnos y aprenden a valorar el esfuerzo que hace el alumnado con diversidad en salud mental. Además, su participación motiva al alumnado a ver a sus profesores como personas que también tienen sus dificultades emocionales, y los tutores pueden continuar a lo largo del curso realizando dinámicas similares en torno a los contenidos abordados en el programa Soycomotu®
Sin embargo, aunque existan iniciativas como las de la Fundación, realizadas por distintas asociaciones y ONG en otras comunidades, el gobierno debería legislar y dotar de los recursos necesarios para que esta labor tan importante y tan necesaria no viniera de fuera, sino que se realizara desde los propios centros educativos.
En España, Canarias fue la primera comunidad en introducir la Educación Emocional como asignatura obligatoria dentro del currículo escolar en 2014, que se impartía durante 90 minutos semanales (2 sesiones de 45 minutos) en las aulas de primero a cuarto de educación primaria, con alumnado de seis a nueve años. “Ha cambiado el clima del aula, ahora se lo piensan mucho antes de insultar a un compañero o juzgarle. Han perdido el miedo a decir que se sienten tristes, y buscan soluciones”, comenta Mónica Viña, directora del colegio público La Laguna, en la isla de La Palma, durante una entrevista concedida a Ana Torres Menarguez, para El País.
En la Unión Europea sólo hay dos países que incluyen la Educación Emocional como materia obligatoria: Reino Unido y Malta. Sin embargo, la La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), está desarrollando un marco para incluir dicha materia dentro de las Competencias Globales. Según, Verónica Boix, investigadora de la Universidad de Harvard, el currículum debe incluir dos nuevos retos: cultivar el potencial del ser humano, es decir, su capacidad social, intelectual, moral y ética, y dar valor a las relaciones personales, en el sentido de cómo nos comunicamos con los demás. Esta investigadora también afirma que: “Hay que enseñar a los niños a indagar, por qué se sienten así, poner nombre a sus emociones, reconocer y aceptar sensaciones que no siempre son agradables”.