Mª Nieves Martínez Hidalgo, Presidenta y Directora de Fundación SOYCOMOTU
¿Para qué estamos en el mundo? Se preguntaba un famoso pensador, contestándose a sí mismo: para dos cosas, para ampliar el conocimiento y para ampliar el amor.
Enseñar y aprender son dos verbos, dos acciones que se entrelazan y se fijan en la memoria del corazón.
Son muchas las personas para las que este hermoso y valioso proceso no ha sido posible: los insultos, la falta de vocación de algunos docentes, el acoso escolar, la desestructuración familiar, los abusos, han hecho que la personalidad de ese niño o de esa niña no se hayan podido desarrollar entre los pilares del amor, de la comprensión, el apoyo y la cooperación y su salud mental se ha quebrado apareciendo rituales, síntomas, dolores, miedos.
La salud mental es responsabilidad de todos y urge que tomemos conciencia de ello. No es que mi vecino esté loco o que un compañero del instituto tenga un comportamiento extraño. A todos nos puede tocar. Según la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 4 personas en el mundo vive, ha vivido o vivirá con malestar psíquico. Sin embargo, sabemos que hoy en día somos muchos más. La pandemia ha puesto sobre la mesa de nuevo el malestar social. Vivimos en una sociedad en la que se premia un consumo voraz que te encadena al estrés laboral, que te lleva a subirte a un tren de vida más veloz y más caro que el AVE, que te hace descuidar lo más importante: la salud mental y el bienestar biopsicosocial propio y el de niños y mayores.
Fundación SOYCOMOTU tiene como misión contribuir al cambio social luchando contra el estigma, un reto que afronta promoviendo:
- El hablar en lugar de atar, con el programa de activismo en salud mental. Dos horas de conversación con una persona en crisis, pueden evitar el uso de la contención mecánica y/o química. Los fármacos ayudan, el afecto, el respeto y la escucha curan.
- El prevenir en lugar de curar, con el programa de educación para la salud en centros educativos se mejora y promueve la salud mental y se evita el acoso escolar hacia el alumnado con diversidad gracias a la adquisición de conocimientos sobre ciencias de la salud mental y a los aprendizajes vivenciales.
- La participación social en lugar del aislamiento o la exclusión, con la creación de escenarios y espacios socio-afectivos, laboratorios de arte, en los que el enseñar y aprender están tejidos con hilos de amor, empatía y generosidad, con la puesta en valor de la diversidad y de la cooperación entre las personas que son las verdaderas protagonistas de una necesaria y urgente transformación social.
Más de setenta voluntarios con y sin diversidad en salud mental y/o neurodiversidad han puesto su saber y experiencia al servicio de la sociedad, como monitoras del programa educativo, como monitoras del programa de talleres o como activistas en salud mental. Desde la Fundación queremos darles las gracias por no tirar la toalla, por continuar apostando por la vida, por perseguir sus sueños hasta alcanzarlos, por su generosidad, capacidad de perdón, tenacidad y paciencia ante la incomprensión, la ignorancia y el rechazo social.