El pasado viernes 20 de diciembre, como colofón del primer trimestre del Taller de Ilustración, Grabado y Novela Gráfica, pudimos disfrutar del Museo Ramón Gaya casi en exclusiva.
La propuesta era hacer una visita guiada y algunas actividades relacionadas con la obra del autor y así fue: por circunstancias varias el grupo se redujo y se convirtió en una visita casi íntima a la vida y obra del artista Ramón Gaya. Para quien no lo conozca, esta casa-museo se encuentra en la Plaza de Santa Catalina en pleno centro de Murcia, junto a la también conocida Plaza de las Flores, y se asienta en dos casas que pertenecían a la familia Palarea, dando cobijo actualmente a centenares de cuadros del artista.
Ana Álamo, técnico de actividades socioculturales del museo, fue la encargada de guiarnos esa tarde. Nos recibió amablemente en la puerta y, tras darnos la bienvenida, comenzó explicándonos el contexto del museo y la primera parte de la exposición que nos encontramos: la exposición temporal, que, en este momento, abarca parte del recorrido literario de Ramón Gaya, así como varios retratos a algunos de sus amigos.
Recorriendo la casa, llegamos a la parte que da inicio a la obra del autor. Nos quedamos sorprendidos/as al ver su talento desde tan temprana edad conservado en diversas litografías. Ana nos contó que su padre se dedicaba a trabajar en el mundo de la imprenta, por lo que los comienzos de Gaya fueron con técnicas de grabado y estampación.
Otra curiosidad del artista es que fue uno de los encargados de hacer llegar a la ciudadanía española obras que solo se podían visitar en museos y que estaban fuera del alcance de miles de personas, pues solo se reservaba ese privilegio para unos pocos. Esto se hacía bajo el nombre de “misiones pedagógicas”, por lo que pudimos admirar algunas réplicas de obras famosas como “Los fusilamientos del 3 de mayo” o “La maja vestida” de Goya.
Repasando toda su vida a través de su obra, casi que visitamos París, Venecia, parte de México y también la huerta de Murcia, entre otros lugares. Una vez concluida la visita, escogimos como espacio de trabajo la última planta del museo, donde planteamos uno de los retos previstos para esa tarde: basándonos en uno de los cuadros de la sala, imaginar y convertir en historieta qué podría haber pasado antes y después de la escena que observásemos en la obra. Escogimos dos cuadros: “La escultura de Degas” (1992) y otro del que no recordamos exactamente el nombre, pero en su firma aparecía algo así como: “Homenaje a Baco y a tres grandes artistas”.
Siguiendo las instrucciones, Dani escogió el primero y elaboró tres viñetas en las que la escultura cobra vida y se convierte en espectadora de una obra desaparecida.
Sonia se basó en el segundo y en otros bodegones de la sala para captar uno de los elementos casi omnipresentes del artista: la copa de agua con flores, que algunos asocian a la esencia murciana de Gaya.
César también optó por la primera obra y, como Dani, otorga vida a la escultura y elabora una historia que se torna más bien macabra.
Compartiendo los trabajos entre todos, desde luego quedaron claras las diferentes formas de expresión y visión de técnicas como la ilustración y las curiosas formas de imaginar que cada uno de nosotros/as tenemos.
Fue una bonita forma de aprender sobre uno de los artistas murcianos más importantes del siglo XX y de terminar este año 2024.
Gracias al Museo Ramón Gaya por acogernos, a Ana Álamo por guiarnos y a los participantes por imaginar.