Por monitores del Taller de Expresión Musical y Vida
Fundación SoyComotu
Como cada día 22 de Noviembre, se celebra el Día de la Música coincidiendo con la festividad de Santa Cecilia. En este día tan señalado, nos gustaría compartir nuestras experiencias como monitores durante este mes largo que ha transcurrido desde el inicio del Taller de Expresión Musical y Vida.
Es el día 21 de octubre de 2017, día de inauguración del taller, primer año del taller, de hecho. Nervios, muchos nervios. Después de muchos meses preparando este y otro detalle, modificando el contenido varias veces, descartando una banda musical por otra, por fin llega el día del estreno.
El primer día siempre es el más duro. Enfrentarte a quince caras desconocidas sobre las que desconoces sus motivaciones para estar allí sentados no es tarea fácil. Cada participante es una amalgama diferente de gustos musicales y de experiencias vitales. Unos prefieren el heavy metal, mientras otros se inclinan más por las cantatas de J.S. Bach; unos dominan un instrumento, mientras que las manos de otros nunca se han posado nisiquiera sobre una pandereta. ¿Cómo conseguir aunar todos esos gustos y preferencias tan poco homogéneos en un único proyecto en el que todos se sientan cómodos? Sinceramente, la respuesta a esta pregunta es un misterio, pero nos hemos lanzado a la aventura porque creemos que no es tan difícil como puede parecer en un primer momento.

Mezclar cooperación con creatividad, esa podría ser la respuesta a la pregunta. No es ésta una afirmación tomada a la ligera, lo hemos visto con nuestros propios ojos durante los pocos sábados que nos llevamos reuniendo en la Biblioteca Regional. En cada sesión hemos formado grupos reducidos de tres o cuatro personas. Al principio, todo son miradas expectantes, incluso podríamos decir que en el ambiente flota algo de desconfianza. Sólo es cuestión de ponerles en movimiento: les entregamos la super portada de un álbum en vinilo que puede gustarle a unos y no tanto a otros, para que escuchen algunas canciones del disco, para que desentrañen el significado de la letra, los instrumentos que la componen, para que investiguen a qué corriente musical pertenece la canción o para que descubran las leyendas negras que han circulado sobre la banda. Es en esos momentos cuando salta la chispa, el clima comienza a estar más distendido y se puede observar el poder que puede tener la música.
Otros días han sumado esfuerzos para comenzar a construir desde cero una batería con materiales reciclados. Y el resultado ha sido maravilloso. La creatividad y la cooperación han brotado como por arte de magia, con la música como único catalizador de sensaciones, de emociones, que llega donde las palabras no alcanzan, expresando los miedos y vulnerabilidades del intérprete, pero también del que las escucha, las de todos nosotros que en mayor o menor medida nos vemos reflejados y es entonces cuando dejamos que la música ejerza su influencia, que nos invada y nos transforme… un cambio de nota, una melodía nueva y los miedos se convierten en seguridades y las debilidades en fuerzas renovadas.
Con la música de fondo y como si de una reunión de instrumentos se tratase, a través del trabajo en equipo hemos empezado a reconocer al compañero, la desconfianza ha dado paso a la ilusión, a la sonrisa y entre todos nos disponemos a crear nuestra particular orquesta.
Y esto es sólo el comienzo. ¡Seguiremos dando guerra!
¡Feliz día de la Música!
un comentario
Paula
Siempre me ha parecido increíble que la música pueda unir tanto a las personas. Este taller lo consigue de una manera creativa y más que divertida. Para mí las tardes del sábado se traducen en compartir, aprender y reír. Long live rock n’ roll!!!