Por José Cuenca
Participante del Taller de Literatura y Escritura Creativa
Fundación SoyComotu
El pasado 28 de Abril en el Taller de Literatura creamos un grupo de trabajo nuevo. El grupo se adentrará en el maravilloso mundo del cuento, tanto infantil y juvenil como en el destinado a los adultos. En el mismo, se contarán cuentos y conocerán a distintos cuentistas y sus obras más destacadas, descubrirán las técnicas para contar los cuentos ilustrados a niños y mayores y crearán sus propios cuentos basándose en hechos cotidianos, en noticias y/o imágenes que se planteen. José, un participante del taller quiso participar creando el siguiente cuento titulado “Todabella” a partir de la imagen presentada:
Había una vez una bruja que vivía en una aldea pequeñita junto al bosque. Con ella vivían sus dos hijos: Cecilia y Alfredo. Por desgracia su marido había muerto al poco tiempo de nacer ellos y sola tuvo que hacerse cargo de los niños.
No era la típica bruja fea, ¡Nooo!: Esa narizota de gaviota con una verruga peluda…¡Ella no la tenía!; Ese horrible vestido negro que recuerda a un cuervo…¡Tampoco lo tenía ella!; Esa figura de bruja malvada que con su escoba volaba…¡Así tampoco era ella!.
¿Queréis saber como se llamaba?…TODABELLA.
Era guapa, alta, joven y de ojos azules; cambiaba a menudo de vestido y de color del pelo. ¡Más bien recordaba a una princesa!, a pesar de que la sangre que corría por sus venas eran de bruja.
Tenía poderes mágicos y le gustaba meterse en su laboratorio para hacer pócimas y hechizos que provocaran transformaciones inesperadas. Hacía múltiples experimentos y, en ocasiones, alguno lo utilizaba para sí misma buscando ser la más guapa de la aldea. ¡Tenía el poder de hacer el bien o el mal!. Unas veces, le daba un hogar y alimentos a las familias más necesitadas del lugar; otras, cazaba los lobos más temidos del bosque para que los vecinos pudieran pasear tranquilamente; y, en algunas ocasiones, cuando discutía con alguna persona, la convertía en rana, cabra o lo que a ella se le antojara. ¡Era muy creída y orgullosa y siempre pretendía tener la razón en todo!
Por aquel entonces, sus hijos ya habían cumplido 10 y 11 años respectivamente, se querían mucho y disfrutaban haciendo experimentos con su madre. Siempre se habían sentido felices y protegidos estando a su lado, pero pronto todo iba a cambiar.
Alfredo recordaba las cosas buenas que su madre hacía y ayudaba a las familias que lo necesitaran, curaba a los enfermos o se daba una vuelta por el bosque para dar caza a las más temidas fieras. Por el contrario, Cecilia adoptó todo lo malo de su madre: ¡era capaz de convertir a una bella princesa en una cabra montesa y a un lindo gatito en un pimiento frito!. Cecilia era muy traviesa y cada día que pasaba su maldad aumentaba.
TODABELLA, sin pretenderlo, se fue distanciando poco a poco de sus hijos, entretenida como estaba por ser la más hermosa. Pasaba días enteros en su laboratorio buscando la pócima que perpetuara su belleza. La más afectada resultó ser su hija pequeña quien requería la atención constante de su madre y al no recibirla se fue convirtiendo en la brujita maléfica a la que todos los habitantes temían.
Cecilia se comparaba con el resto de niñas y se sentía muy desgraciada. Deseaba hacer desaparecer a todas las madres de la aldea para no sentir envidia de ellas y por eso decidió inventar una pócima mágica que lo lograra. Los ingredientes fueron: caca de vaca, cuerno de toro, piel de naranja y huesos de pollo. Para asegurarse de la eficacia la probó y desapareció por un instante, pero apenas se dio cuenta ya que la dosis fue pequeña.
A la mañana siguiente, al despertar de un largo sueño, vio que su hermano rondaba alrededor de la olla y le advirtió que llevara cuidado porque dentro de la misma había algo muy peligroso. Alfredo, guiado por la curiosidad, se acercó tanto que la olla volcó y la pócima se desparramó empapándole por completo hasta hacerle desaparecer. Cecilia, tremendamente asustada, fue a buscar a su madre al laboratorio para contarle lo sucedido. TODABELLA se quedó estupefacta al escuchar la terrible noticia y se acurrucó en un rincón del laboratorio presa del pánico y sin saber cómo reaccionar. A Cecilia esos minutos de silencio le resultaron eternos. Después de pensar mucho TODABELLA y su hija decidieron ir en busca de una bruja “arrugada” que vivía en el bosque y contarle lo sucedido. Ésta les respondió que para que Alfredo volviera a estar junto a ellas tendrían ambas que reflexionar, reconocer e intentar cambiar aquellas conductas que habían podido provocar que Alfredo desapareciera. Sólo de esta forma conseguirían que regresara ya que para ese tipo de situaciones ninguna de las pócimas que inventaran serviría.
TODABELLA y Cecilia volvieron muy preocupadas porque desconocían cuál había sido su fallo. Estaban acostumbradas a resolverlo todo elaborando alguna pócima mágica pero, esta vez, para que Alfredo volviera debían resolver la situación usando el corazón y los sentimientos.
Pasaron los días y tanto Cecilia como su madre siguieron empeñadas en obtener la pócima adecuada. Para ello utilizaron toda clase de experimentos: recurrieron a la magia, a los rituales de brujería, a los hechizos; ¡Lo intentaron todo!…pero Alfredo no regresaba.
Un buena mañana, agotadas tras una terrible discusión fruto del cansancio acumulado, Cecilia, con lágrimas en los ojos, le dijo a su madre que durante el periodo previa a que Alfredo desapareciera le había echado mucho de menos, que la quería con toda su alma y le pidió que a partir de ese momento pasara más tiempo con ella. TODABELLA, abrumada, abrazó a su hija y se disculpó con lágrimas en los ojos. Pudo por fin reflexionar sobre lo absurdo de dedicarle tanto tiempo a conservar su belleza y le prometió que pasaría más tiempo junto a ella.
Durante el largo y profundo abrazo, madre e hija no se percataron de la reaparición de Alfredo que, emocionado, se unió a ellas. Se besaron y lloraron de alegría y todos juntos pudieron celebrar que nuevamente la familia volvía a estar unida.
Esta experiencia sirvió para que la unión y el amor entre ellos fuera para siempre. Desde entonces, si necesitaban un abrazo o un beso; compartir una emoción o resolver un problema en relación con una pócima nueva o investigar sobre nuevos ingredientes, sabían que podían contar con el otro y éste, sin duda, les escucharía y trataría de ayudarles a resolverlo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
2 Comments
Nieves Martínez
Enhorabuena, Jose Cuenca por este cuento. Tienes una gran creatividad, gracias por compartirla con todos nosotros.
Jose Cuenca
Muchas gracias Nieves,me alegro que te haya gustado.un placer poder escribir este cuento y agradecido a los monitores por la oportunidad que me han dado.besos