Por Otto Ruíz
Hoy, 30 de marzo, se celebra el Día Mundial del Trastorno Bipolar (TBP), por coincidir con la fecha de nacimiento de Vincent Van Gogh, que fue diagnosticado de forma póstuma con TBP. El día fue declarado en 2017 por la Red Asiática de Trastorno Bipolar (ANBD), la Fundación Internacional Bipolar (IBPF) y la Sociedad Internacional de Trastornos Bipolares (ISBD).
Al igual que para otros tipos de diversidad en salud mental, en el trastorno bipolar es imprescindible la detección temprana para poder acceder al tratamiento adecuado. Este abordaje terapeútico previene el empeoramiento significativo de la salud mental y del bienestar biopsicosocial de la persona que lo presenta. Se sabe que las personas con este tipo de diagnóstico que no tiene conciencia de enfermedad y no buscan ayuda profesional pueden ver reducida la esperanza de vida de entre 13 a 30 años. Por lo tanto, el día internacional del trastorno bipolar, se celebra con el objetivo de generar conciencia sobre ésta enfermedad y para luchar contra el estigma que genera en nuestra sociedad.
Existen tres subtipos de trastorno bipolar: trastorno bipolar I, trastorno bipolar II y ciclotimia. El subtipo I es el más delicado de los tres debido a las siguientes características:
- El individuo puede presentar a lo largo de su vida cuatro tipos de episodios: episodios maníacos, episodios hipomaníacos, episodios depresivos y episodios mixtos.
- Es habitual que los afectados por éste subtipo, requieran hospitalización en algún momento debido a la fuerte intensidad de sus síntomas.
- Las recaídas y depresiones son frecuentes y pueden variar en función de la persona con TBP.
- Metafóricamente hablando, la persona con esta condición suele vivir una montaña rusa de emociones.
En definitiva, se recomienda a todas las personas que, si tienen la sensación de que presentan varios de estos síntomas, acudan a un profesional, ya que, aunque, por ejemplo, la ciclotimia es el subtipo más leve, no deja de ser una diversidad en salud mental y como todas, debe ser evaluada y abordada. Aunque el tratamiento farmacológico es imprescindible, el tratamiento psicológico tiene también un gran peso en el bienestar biopsicosocial de las personas que viven con TBP ya que es necesario aprender a gestionar situaciones estresantes y pensamientos irracionales, adquirir habilidades de comunicación asertiva y de organización de las tareas cotidianas.
Recordemos que las personas no “son bipolares”, sino que atraviesan o viven con una condición bipolar. Debemos evitar el uso de etiquetas que estigmatizan y alienan a las personas.
Con un tratamiento adecuado las personas con TBP pueden llevar una vida plena.