Por Mª Nieves Martínez-Hidalgo, Doctora en Psicología Social
¿Por qué nos cuesta decir Educación para la Salud Mental?
Llevo casi una década estudiando y hablando sobre salud mental, en concreto, sobre el estigma asociado a este tipo de diversidad y sobre sus graves consecuencias. ¿Cómo podrían evitarse? Implementar planes de prevención y promoción de la salud mental que incluyan programas de sensibilización y educación/alfabetización en salud mental es una de las estrategias que ha demostrado su eficacia en estudios científicos realizados en varios continentes del mundo.
Sin embargo, en distintos foros (educativo, sanitario, movimiento asociativo) encuentro una resistencia a utilizar el término educación para la salud mental, sugiriendo el uso del término educación emocional. Pero, el ser humano no solo se mueve por emociones, también se orienta y actúa en función de sus cogniciones y creencias, de sus valores y actitudes, de su personalidad, del entorno social y familiar y del contexto cultural y económico en el que se desarrolla.
La educación para la salud mental consiste en aprender a cuidarnos y para ello es necesario aprender a conocerse, saber expresar y gestionar las emociones, relacionarse y comunicarse de forma asertiva, saberse poner en el lugar del otro, desarrollar hábitos saludables para el desarrollo físico y psicosocial, adquirir conocimientos sobre los distintos problemas de salud mental, los distintos tratamientos y lugares a los que puede acudir en caso de necesitar ayuda; importante también aprender a detectar las primeras señales de alerta para iniciar el proceso de búsqueda de apoyo social, familiar y profesional si es necesario, a manejar las herramientas del kit de primeros auxilios psicológicos para poder utilizarlos en caso de que uno mismo o un familiar, amigo o compañero se encuentre mal.
Es por todo ello, que el término educación emocional, en mi opinión no sólo no cubre los contenidos que debería tener un programa educativo puntual o una asignatura anual incluida dentro del currículo escolar de niños y adolescentes, sino que perpetúa el estigma y el miedo a llamar las cosas por su nombre. Lo que necesitamos todos desde niños es aprender a cuidar nuestra salud física y mental y que, en los centros educativos, la diversidad sea un valor añadido, es decir, una condición del ser humano que nos enriquece a todos por igual.
3 Comments
Beatriz López Morales
Bravo. Estoy muy de acuerdo con todo lo anterior. Es muy necesario llamar a las cosas por su nombre y que en los colegios, desde los 3 años, se enseñe lo que es la empatia, la asertividad y que se conozcan los tipos de diversidad que existen en la sociedad. Lo considero muy importante.
Nieves Martínez Hidalgo
Muchas gracias por compartir tus opiniones al respecto. Un saludo
Cayetano Toledo Hernández
Totalmente de acuerdo, pero llámese Educación Emocional o Ciencias de la Salud Mental entiendo que debe ser una educación integral, que incluya también, p.ej., formación en el buen uso de las RRSS, educación sexual, ética, etc. Hay que prevenir adicciones a las nuevas tecnologías, enseñarles que la sexualidad no es el porno de Internet y cosas tan básicas como aquello de que “no hagas a otro lo que no te gustaría que te hiciesen a ti”, por ejemplo.
Os felicito por el gran trabajo que estáis haciendo. Un saludo.