El sábado es un día feliz porque lo pasamos en un entorno seguro y especial.
Me llamo Serena y soy voluntaria europea italiana. En octubre de 2023 me uní a un proyecto de voluntariado europeo en colaboración con la Universidad de Murcia. Este fantástico proyecto me permite contribuir a enriquecer mi experiencia cultural adhiriéndome a áreas que me apasionan y que se alinean con mi perfil. Le pedí a Victoria, mi tutora que coordina el proyecto, que me dirigiera al sector de la salud mental, ya que es un área que me fascina al ser licenciada en psicología. Fue así como entre las asociaciones propuestas, la Fundación SOYCOMOTU captó mi atención.
Desde el primer día que me uní a esta Fundación, encontré un ambiente empático y acogedor, basado en la comprensión hacia los demás y el apoyo mutuo. Hoy tengo el placer de contarles y compartir mi experiencia en uno de los talleres en los que tengo la oportunidad de expresarme plenamente, al igual que todos los participantes del grupo. En este taller, denominado “Interacción social, Ocio y tiempo libre”, todos son libres de sugerir sus preferencias, deseos y juegos, y hacerlos parte de la comunidad del grupo aportando su individualidad en beneficio de la colectividad. Nadie será excluido y, por ejemplo, una sugerencia sobre dónde comer siempre será considerada y luego evaluada según las necesidades de todos.
Como en una familia, todos son únicos y especiales, y cada uno ocupa un lugar propio y protagonista que no puede ser reemplazado de ninguna manera. Nadie será juzgado por nada; este es nuestro lugar seguro donde el tiempo vuela porque nos sentimos como en casa. Y esto es muy importante para mí, porque para una voluntaria de otro país es fantástico poder encontrar un hogar y una familia.
En este sábado especial, Tomás, voluntario de la Fundación, con su dulzura y dedicación, decidió enseñarnos el arte de la Papiroflexia, que, personalmente, encontré bastante complejo al ser mi primera vez, pero muy divertido. Todos intentamos copiar su destreza con las manos, y muchos lograron reproducir las figuras mostradas con papel.
Luego, Aurora, voluntaria también de la Fundación, vino a presentarnos su libro “El invernadero de Baldomero”, donde pudimos apreciar la historia de una flor diferente que intenta gustar y a veces se consume. Necesitamos espacios seguros donde sentirnos dignos tal como somos. Finalmente, pude aportar mi contribución impartiendo un taller de bachata que había planeado en los días anteriores con Leonor, monitora del taller de interacción social, que con su empeño y su cariño, se preocupa cada semana por crear un ambiente dinámico y acogedor para todos los participantes.
En esta sesión, decidí enseñar algunos pasos básicos con el objetivo de que todos al final de la clase pudieran comenzar a bailar y sentirse cómodos con coreografías simples de algunos pasos. Al principio, comenzamos con un calentamiento breve, seguido de algunos pasos frente al espejo para luego reproducirlos en pareja. Era importante probar los pasos con todos y cambiar de pareja después de intentar los pasos juntos, para que en cada turno se tenga un compañero diferente y así se aprenda más fácilmente. Para mí, fue muy emocionante poder compartir esta pasión por la bachata con mis compañeros de ocio del sábado, y espero que todos se hayan divertido al probar esta nueva experiencia de baile. Después del taller de bachata, terminamos yendo a cenar a un lugar elegido por el grupo y nos despedimos esperando con ansias el sábado siguiente.