Por Nieves Martínez-Hidalgo
El pasado sábado 22 de mayo de 2021 tuvimos la enorme suerte de poder escuchar a Flor (Fatland Creaciones). Vino al Taller de Activismo en Salud Mental para hablarnos de la gordofobia y de cómo ha vivido y sigue viviendo este estigma y sus consecuencias, una de las más graves, el autoestigma, el hecho de interiorizar como propios los estereotipos, los prejuicios y las conductas de “castigo y discriminación”. Pero, ni Flor ni nadie merece vivir esta condena de por vida.
A lo largo de una charla emocionada, interrumpida, a veces, por las voces de otras activistas, Flor nos contó muchas cosas. Con ella aprendimos que la palabra “gorda” continúa siendo un tabú. También que somos muchas las personas que sufrimos desde niñas el estigma de la gordura. Estigma, actitudes de rechazo, desprecio y discriminación que comienzan en el hogar: papá, mamá, los hermanos, los primos, los abuelos, los tíos, todos tienen algo que opinar al respecto (la barriga te ha crecido mucho o tienes el culo muy gordo; motes como “vaca”, “gorda” “cara de pan” se escuchan “por lo bajini” a escondidas de los mayores); enseguida comienzan los castigos (dietas, recreos sin bocata), la vergüenza, la culpa y las mentiras. Comienzas a comer a escondidas…. a vestir con ropa ancha, a quedarte sin el baño, sentada bajo la sombrilla con la camiseta puesta. Quizás comienzas a vomitar en el baño, a esconder la comida en la servilleta bajo la mesa, cuando los demás están distraídos… Comienzas a odiar tu cuerpo, te odias a ti misma por no ser “delgada” como las demás. Te conviertes en tu peor enemiga y llegas hasta desear no seguir viviendo. No solo vives el rechazo, el desprecio de los demás, también vives tu autodesprecio hasta que no puedes más. No… no es una llamada de atención. ¿O si? Quizás si sea una forma de llamar la atención, de gritar al mundo que no quieres vivir marcada por ser una persona gorda.
Flor llegó a Murcia con 12 años, procedente de Uruguay. Ya había comenzado la carrera de obstáculos por su cuerpo y la continuó aquí en España. La violencia parece ser parte del conglomerado humano independientemente del continente, de la latitud y de la longitud donde uno se encuentre.
Su madre y su hermana mayor han sido sus referentes en la lucha contra la gordofobia. Flor reconoce que les debe mucho en su proceso de empoderamiento, también a una psicóloga con la que hizo terapia. Flor ha crecido como persona y ha montado su propia empresa como artesana: Fatland Creaciones
Bienvenide A Fatland. Con estas palabras nos recibe Flor en su página web. Y sigue: ¡TEN UN ARMARIO ÉTICO, DIVERTIDO Y A TU MEDIDA!
“Hemos venido a quitarte los complejos y a que gritemos juntes al mundo que la talla no define la valía y que podemos vestir como nos dé la gana.
Fatland nace de la necesidad de escapar de la explotación laboral y de la dictadura de la talla 38, que ya sabemos lo que nos hace. Este es un proyecto de autoempleo con una fuerte pretensión de reivindicar la diversidad. El propio nombre de Fatland surgió durante el verano de 2018 mientras veíamos la serie Dietland, que pone en entredicho y desde una perspectiva feminista la cultura de la dieta y la gordofobia que se deriva de ella. Pensamos que todos los cuerpos son susceptibles de ser deseados y, por supuesto, fashion. Queremos poner nuestro granito de arena para dinamitar el sistema cisheteronormativo y su lógica patriarcal que anula, invisibiliza y humilla a los cuerpos que reconoce como la otredad: las no-hombre, las no-blancas, les no-jóvenes, las no-cuerdas, les no-cis, les no-hetero, las no-sanas. Queremos hacer ropa para todos los cuerpos sin importar su tamaño, pero principalmente para quienes tienen muy difícil encontrar ropa con la que sentirse a gusto e identificarse. Por ello la apuesta por la ropa hecha a medida, porque cada cuerpo es diferente y para que puedas sentir en tu cuerpo el mimo de algo hecho especialmente para ti sin explotación animal ni humana. Bienvenide a esta casa.”
Flor afirma, al igual que Beth Ditto: “Reclamar la palabra gorda es el paso más empoderante que he dado en mi evolución.”
Desde la Fundación Soycomotu y desde el taller de activismo queremos darle las gracias a Flor por su charla, por su valentía, generosidad, sensibilidad y autoamor radical. Un ejemplo a seguir. Esperamos poder contar con ella para incluir su testimonio como una enriquecedora experiencia dentro del Programa Soycomotu de educación para la salud mental para que niños y niñas y adolescentes puedan aprender algo tan importante como es el respeto a los cuerpos diversos y el amor al propio cuerpo, ese que nos contiene, que nos permite reír y llorar, que nos permite pensar, dormir y actuar.