Por Claudia Olmedo
La salud mental en América Latina. ¿Pobreza como causa o consecuencia?
En esta ocasión hemos querido dar voz a una de las problemáticas en América Latina, que no es ajena en la Madre Patria: la pobreza y la salud mental. ¿Será que las variables son diferentes en estas dos regiones? ¿Cuáles son las verdaderas causas y por qué nadie quiere hablar al respecto?
Haciendo la investigación del tema, nos pudimos percatar que sigue siendo un tabú ya sea en España o en América Latina.
Estudios integrados de la Asociación Mundial de Psiquiatría y la Asociación Psiquiátrica de América Latina han resaltado que la carencia económica es el principal factor de enfermedades mentales en esta región, sobre todo en países muy pobres donde la situación es agravada por la explotación laboral y la exclusión.
Las diferencias que se observan en el nivel de salud mental en ambas regiones, así como en la cantidad y calidad de los servicios que se dispone, están relacionadas en cierto modo con el grado de desarrollo socioeconómico que hayan alcanzado. Es decir, una situación de bienestar común logrado por ciertos países en contraposición con otros, llamados subdesarrollados o en desarrollo, que aún no han alcanzado ese estado.
Los factores económicos, culturales y sociales condicionan las situaciones prevalentes en las personas de estas regiones, creando así un círculo vicioso de la miseria en el que la pobreza, el medio insalubre y la existencia de patrones culturales indeseables son causa y consecuencia de niveles precarios de salud. En el caso de la salud mental, no se ha atribuido a esta relación la importancia que realmente reviste. Esta negligencia se debe en parte a la falta de información y a una actitud de rechazo.
Sin duda alguna, la pobreza provoca conductas destructivas, fruto del aumento de las preocupaciones influyendo de manera directa en el estado mental de la población
¿Por qué es importante asegurar una fuente de ingresos estable para la población? Actualmente, en las ciudades latinoamericanas existe un problema de desempleo y subempleo, que da origen a grandes desajustes, y la urbanización creciente podrá agravar este estado de cosas, si no se acompaña con la creación de fuentes de trabajo.
Por ejemplo, en Panamá el gasto social es relativamente alto y representa aproximadamente, un 45% del gasto público y el 20% del PIB. Tristemente, sólo el 3% está dedicado a la salud mental. El 44% está dirigido al Instituto Nacional de Salud Mental, que hasta el año 2004 se denominaba Hospital Psiquiátrico Nacional.
Ahora bien, sin duda alguna la pobreza y la exclusión pueden ser ambas causas y consecuencias sobre la salud mental tanto de países en desarrollo como países desarrollados; las problemáticas van de la mano con el nivel actual de cada región.
un comentario
Ascensión
Un artículo muy interesante.