Por Tomás Piñero, voluntario, activista y monitor del programa educativo SOYCOMOTÚ
Metas, conseguir cosas, objetivos, ¿Quién puede decir que ha conseguido todo lo que un día quiso? Ese empeño por superarse, por llegar a la cima de las montañas, es inherente a nuestra naturaleza humana.
Podemos verlo en los videojuegos: la gran meta es derrotar al monstruo final, pero para llegar a él es necesario derrotar muchos mini-bosses, la satisfacción se basa en reducir la tensión que produce enfrentarte a una tarea dificultosa, al tiempo que te acercas un poco más a tu meta final. Podemos verlo en los videojuegos de pokémon, superar la liga pokémon es la meta final, y los gimnasios regionales, las metas pequeñas que debemos superar para llegar ahí, es la sensación de progreso, de empezar siendo un “don nadie” en un pueblo humilde y llegar a lo más alto tras un duro esfuerzo lo que sienta tan bien.
Pongamos la estructuración de una carrera, muchas metas pequeñas (o no tanto) llamadas asignaturas, y un “boss” final llamado TFG, para conseguir una meta grande, un título universitario. El diseño está hecho así porque es así como opera nuestro cerebro y las cosas que nos cuestan mucho esfuerzo tendemos a valorarlas muy positivamente. Y queremos esforzarnos, queremos retos y dificultades, porque superarlas nos hace aumentar nuestra confianza en nosotros mismos, nos hace sentirnos competentes y cuando consigues algo que te ha costado mucho esfuerzo, tendrás seguramente un periodo de descanso para prepararte para tu siguiente misión, sea cual sea, la que te propongas. Tras marcarte tu meta, seguro que vendrá un fuerte impulso inicial, es energizante, pero cuando vengan los peores momentos, es el compromiso diario lo que sostendrá tu meta a largo plazo. Se dice que el autocontrol es preferir premios más grandes sacrificando los apetecibles a corto plazo.
La meta en sí, no es tan importante, tiene significado porque lo tiene para ti, lo que importa es saber disfrutar del camino, las vivencias que tienes para llegar a conseguirla, las personas que te han ayudado o acompañado en el camino, los retos y dificultades que te han hecho retroceder pero que supiste afrontar… Las metas dotan de propósito a nuestra vida, nos hacen sentir que vamos hacia el rumbo que hemos marcado, nos dan la sensación de que tenemos el control de nuestra vida y no va a la deriva como un barco perdido.
Vive, disfruta, no te obsesiones con los resultados, no tengas miedo a cometer errores, porque los tendrás, no temas al fracaso y preocúpate de lo que dependa de ti, lo que esté bajo tu control. ¡Mucho ánimo!
un comentario
Carmen María Cortijos Sánchez
Me encanta, Tomás. Estoy de acuerdo contigo y tengo mucho que aprender. Tu mensaje es muy necesario e inspirador. Un abrazo