Por Ana Isabel, activista en salud mental en Fundación SOYCOMOTU
La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, garantiza la igualdad y la libertad de todas las personas en cualquier lugar, sin distinción de nacionalidad, lugar de residencia, preferencia sexual, etnia, religión, lengua, sexo o cualquier otra condición. Por ello, desde 1948, el 10 de diciembre se declaró ‘Día de los Derechos Humanos’.
Este año el ‘Día de los Derechos Humanos’ se celebra bajo el lema ‘igualdad, inclusión y no discriminación’, el cual protege a los grupos más vulnerables: niños, mujeres, pueblos indígenas, personas LGBTI, migrantes y personas con capacidades diferentes.
Con motivo de esta celebración, la Coordinadora de ONGD de Murcia, organizó una performance titulada “El sueño es vida”, obra producida por Teatro Sin Papeles, un monólogo en primera persona que protagoniza Thimbo Samb y en cuya elaboración contó con la ayuda de su director, Moisés Mató López. El texto propone un giro copernicano, aludiendo a la obra de Calderón de la Barca, porque propone un cambio de perspectiva respecto a La vida es sueño. Con el telón de fondo de la inmigración, Thimbo Samb, protagonista de ese drama también en la vida real sobrevuela sobre su experiencia para sugerirnos ese cambio de perspectiva. Porque la obra trasciende las barreras culturales y raciales para contarnos la historia de todos nosotros. Thimbo Samb es senegalés, actor, youtuber y activista. Durante los 45 minutos que duraba la obra, nos narró sus vivencias y el tortuoso camino de superación que tuvo que realizar desde que llegó a España en un cayuco a los 17 años de edad, para seguir adelante con su vida y labrarse un futuro dentro de lo que es su pasión: la actuación.
Como activistas, es importante generar espacios de reflexión y exponernos a otras realidades para abrir nuestra mente en la lucha contra el estigma, pues este estigma viene en diversos tipos y formas, pero siempre suele tener el mismo punto en común: el desconocimiento.
En la obra, el actor senegalés narra la experiencia universal que supone el viaje migratorio. Y lo hace de una forma diferente, honesta, cruda y emotiva, contando su historia a través de la literatura española, aludiendo a obras tan famosas como Don Quijote de La Mancha y realizando múltiples reflexiones filosóficas con las que cualquiera de nosotros podemos sentirnos representados. Así, nos insta a convertir los sueños en una oportunidad de salir de la prisión en la que, a veces, podemos encontrarnos en nuestra vida.
“Los sueños son vida porque impulsan los pies en el camino y las manos en las tareas que se antojan necesarias”, nos decía.
Una representación en la que cada detalle estaba cuidado y con múltiples valores añadidos, como la potencia del relato en primera persona, el diálogo con el público, el uso de las emociones como forma narrativa y el contraste entre la puesta en escena contemporánea y los textos clásicos.
Personalmente, algo que me sorprendió fueron los interludios en los que Thimbo Samb sacaba una botella de agua de su mochila y con visible esfuerzo se la bebía sin apenas respirar. Así hasta cinco veces. Más tarde, reflexionando, algunos llegamos a la conclusión de que era una forma de simbolizar todos los intentos que realizó para llegar a España atravesando el mar, tras abandonar su pueblo en Senegal. Creo que además de reflexionar sobre la crítica de la obra a la sociedad occidental moderna, merece la pena quedarse con ese trasfondo de optimismo que transmite.
“Tú no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Te sentirás perdida […] pero la vida es bella”.
Los participantes del taller de activismo prestamos gran atención a esta obra que, sin duda, movilizó sentimientos en torno a cuestiones tan importantes como el racismo, la migración, la desigualdad social, la discriminación, la tolerancia o la perseverancia. Además de la relevancia de comprender que sí podemos ser diferentes, pero esta diferencia, esta diversidad podemos utilizarla como herramienta para aprender unos de otros, con independencia de tales diferencias.
Al terminar la obra de teatro, creamos un espacio de reflexión y tuvimos una cena en la que todos los activistas nos despedimos del taller hasta enero de 2024.