Por Tomás, voluntario y activista de Fundación SOYCOMOTU
Durante la infancia, el niño no sabe quién es, necesita de la madre para reconocerse, en un primer momento el niño se siente como un ente adherido a la madre, no distingue la diferencia entre él y la madre, si la madre no está el niño deja de existir, el niño existe a través del vínculo materno. Este proceso madurativo se llama simbiosis. La identidad de la madre y del niño son compartidas; existen como un único ser a efectos psicológicos del niño. Según la relación del niño con sus cuidadores y el entorno, el niño desarrollará diferentes tipos de apego.
Cuando ocurre una sobreprotección, trauma, maltrato, predisposición genética o una combinación de varios factores en el proceso de que el niño se forme como una entidad separada de la madre, el niño puede quedar estancado en este proceso madurativo. La persona con TLP (Trastorno Límite de Personalidad) muchas veces buscará a esta persona idealizada en sus parejas o amistades, frecuentemente creando relaciones de dependencia. El proceso de formación de la identidad se forma a través de la idealización, el mecanismo primitivo que usa el niño con la madre, por lo que una persona con TLP puede ver a su persona favorita como si fuese una especie de semidiós, una persona que todo lo puede y que todo lo que diga y haga es bueno y repercute en su mundo interior. Se puede decir que la persona con TLP es extremadamente sensible a lo que esta persona le diga y viviría como traumático un abandono de ésta mientras el proceso de formación de identidad perdure.
El problema puede venir cuando esta persona favorita no está disponible o no puede atender las necesidades de atención que la persona con TLP le solicita, necesidades que pueden ser grandes en algunos casos. La persona con TLP puede sentir que muere por dentro y puede llevar a cabo conductas inapropiadas e intentos desesperados por tener a esa persona cerca; las autolesiones y los intentos de suicidio pueden presentarse por este motivo. Cabe decir que cada caso es único y no se puede generalizar.
En resumen, la persona favorita en el TLP es una figura de referencia mediante la cual la persona con esta condición se refleja para llenar el vacío identitario. La persona con TLP puede adoptar los valores y forma de ver la vida de esta persona de referencia e incluirlos como propios en su proceso de formación de identidad.
El TLP provoca un intenso sufrimiento en la vida de la persona que lo sufre. Cada persona es única y diferente, nadie lo vive de la misma manera. Por esto, es importante no formar ideas preconcebidas y entender que la personalidad no es algo inmutable en el tiempo y va variando a lo largo de la vida. El diagnóstico no define el futuro ni la vida de la persona y se puede llegar a tener una vida plena con terapia y con un entorno validante.
un comentario
Mireya Martínez Fernández
Fantástico y muy interesante.
Esa necesidad de alguien la hemos podido sentir muchos también sin TLP. Esa dependencia incómoda, ese vacío existencial. Gracias Tomás por expresarlo así de bien.