Mª Nieves Martínez Hidalgo
Presidenta de la Fundación SoyComotu
Son muchas las personas a las que les cuesta celebrar la navidad, y reconozco que yo soy una de ellas. Si lo piensas, no resulta difícil de comprender. Son fechas en las que se saca brillo a las máscaras, a la vanidad, se lucen trajes bonitos, sonrisas brillantes, chistes ingeniosos; los padres se esfuerzan en que sus hijos tengan los mejores regalos, los abuelos tampoco se quedan cortos en esa competencia para que sus obsequios sean los más vistosos; se lavan conciencias aportando saquitos de arroz y botellas de aceite en los bancos de alimentos, como si las personas con escasez de recursos sólo comiesen en estas fiestas. Mas, cuando uno no comparte este pomposo sentimiento de felicidad fabricado para la ocasión, se siente al margen y los demás, también, lo hacen notar.
Son muchos los motivos por los que una persona puede sentirse desplazada ante tan apabullante celebración: estar atravesando una difícil situación personal, familiar, laboral o económica, no confesar la fe cristiana, proceder de una familia en la que han predominado las relaciones tóxicas, no compartir valores materialistas y consumistas, etc.
¿Pero, quién se atreve a expresar que uno no se siente feliz en navidad? ¿O que no va a reunir con sus padres o hermanos en estas fechas? ¿O decir que no tiene dinero para hacer regalos o no encuentra el sentido de hacerlos?
La verdad es que son fechas extrañas, en las que la mayor parte de las personas hace gala de una gran hipocresía; es la mayor puesta en escena que se realiza en los 365 días que tiene el año. Todos juntos, celebrando una gran bacanal, aunque se nos retuerza el estómago al tener como compañeros o compañeras de mesa a personas que nos gustaría no haber conocido por el daño que hemos recibido de parte de ellas.
Sé que no estoy descubriendo la pólvora, de eso ya se encargaron los taoístas cuando intentaban crear una poción para la inmortalidad (tampoco los chinos se libran del pecado de la vanidad). Éste es un secreto a voces que se difundirá de forma viral por wasap y otras redes sociales a través de imágenes, vídeos o chistes, como cada 24 de diciembre. Los familiares de sangre y los políticos reirán a mandíbula batiente entre polvorones y copas de cava, con suerte se salvarán los niños que ajenos a los entresijos de la biografía familiar, disfrutarán corriendo alrededor del árbol, mientras esperan la ansiada llegada de Papá Noel.
Hoy me siento a la mesa de los desplazados y brindo por aquellos que han mostrado humildad, tolerancia y respeto a los que son diferentes y pueden estar próximos a sus seres queridos, porque, las familias no son perfectas, participan y se enriquecen, al igual que otros grupos sociales, de la diversidad.